Caída de Peron El bombardeo de la verguenza y La conspiración Británica


 

 

Guillermo Martínez

El Bombardeo de la Plaza de Mayo, también conocido como la Masacre de Plaza de Mayo, fue el bombardeo cometido el 16 de junio de 1955 en la ciudad de Buenos Aires (Argentina) que se encuentra investigado actualmente como delito de «lesa humanidad». Ese día un grupo de militares y civiles opuestos al gobierno del presidente Juan Domingo Perón intentó asesinarlo y llevar adelante un golpe de estado.
Durante el mismo varios escuadrones de aviones pertenecientes a la Marina Argentina, bombardearon y ametrallaron la Plaza de Mayo y la Casa Rosada, ubicada a su vera, el edificio de la Confederación General del Trabajo y el edificio que en aquella época servía como residencia presidencial, causando la muerte de 308 personas[4] y más de 800 heridos.
Mientras se acentuaban los tiroteos en el centro porteño, el mando leal ordenó a la Base Aérea Militar de la Fuerza Aérea en Morón el despegue de interceptores a reacción. Los pilotos se encontraban entonces en acaloradas discusiones sobre si debían adherirse o no al movimiento revolucionario. Rápidamente, se hace al aire una escuadrilla de cuatro Gloster Meteor que son leales al gobierno. Si bien no pudieron llegar a tiempo para impedir el bombardeo, lograron interceptar una escuadrilla naval rebelde que se retiraba de la zona. La escuadrilla de interceptores Meteor Leales estaba al mando del 1er. Tte. Juan García (volando el Meteor I-039), 1er. Tte. Mario Olezza (I-077), 1er. Tte. Osvaldo Rosito (I-090) y el Tte. Ernesto Adradas (I-063), frente a las máquinas rebeldes AT-6 Texan, pilotadas por el Tte. de Corbeta Máximo Rivero Kelly (en el Texan 0342/3-A-29) y el guardamarina Armando Román (0352/3-A-23). El combate se produce a baja altura sobre el «Aeroparque Metropolitano Jorge Newbery» y el Río de la Plata, cayendo el Texan del rebelde Román bajo los cañones de Adradas. Román pudo saltar en paracaídas cayendo al río y Adradas logró el primer derribo de la FAA y el primer derribo de un reactor en el continente americano.
Fue el verdadero bautismo de fuego de la Fuerza Aérea Argentina, que volvería a actuar contra compatriotas civiles en Tucumán, en 1975, y en el Atlántico Sur, en 1982, contra las fuerzas británicas que aún hoy ocupan las Islas Malvinas.
(Fuente: Wikipedia.org)

El gobierno de Peron, no solo significó una dictadura para muchos, sino un gobierno enemigo que atentaba contra intereses económicos, como el caso de Inglaterra. Por esto, su derrocamiento era más que imprescindible y ameritaría cualquier medio para lograr ese cometido, hasta aliarse al enemigo extranjero.
Uno de los factores pocos conocidos de la caída de Perón es la industrialización creciente del país. Esto significó un perjuicio considerable para los tejidos y cueros británicos, cuya exportación a la Argentina disminuía rápidamente. La desconfianza británica se transformó en hostilidad cuando comprendió que Perón se preparaba a explotar las enormes reservas petrolíferas del subsuelo Argentino.(Journal du France, octubre de 1955).
Hacia 1960 el General Perón escribía desde su exilio a Scalabrini Ortiz: Usted es uno de los intelectuales argentinos que siempre vio claramente al enemigo real() quizá un error de nuestra parte fue no haber considerado siempre a nuestro gobierno, como una etapa de la lucha secular contra Inglaterra que se inicia con las invasiones inglesas.

 

Cómo es Mauricio Macri con la cámara apagada

Además de usurpar parte del territorio argentino con sus 2900 colonos británicos en Malvinas, Inglaterra también nos coloniza económicamente.

Como se verá la colonización de la Argentina no solo está en Malvinas sino también en el centro de nuestra economía. Cabría preguntarse por qué motivo muchos de estos productos no podrían venderse a través de marcas nacionales. Lejos de plantearse este objetivo, el gobierno de Macri nunca tuvo como propósito buscar construir un desarrollo nacional autónomo que se desligue de esta dependencia, sino que por el contrario, promueve su fortalecimiento. No es de extrañar el apoyo explícito que recibió en su momento del Primer Ministro británico, David Cameron.

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Tampoco es de extrañar la poca importancia dada a la causa Malvinas por Macri este 2 de abril de 2016, donde incluso apareció con la imagen de la Torre de los Ingleses en la foto oficial del acto de 10 minutos (sin discurso) que difundió Presidencia de la Nación.

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Es inconcebible que tengamos que aceptar una base militar nuclear de la OTAN en un territorio usurpado por 2900 colonos británicos. Malvinas es una causa justa que ha sido asumida como tal por gran parte del pueblo argentino. Ningún gobierno entreguista como el actual podrá borrar esa causa nacional y latinoamericana. La guerra de 1982 fue un desastre promovido por una dictadura que ya no se sostenía tras años de represión y fracasos económicos y que empezaba a asustarse de la creciente resistencia sindical (el 30 de marzo de 1982 la CGT realizó la marcha Paz, Pan y Trabajo desafiando a Galtieri). Fue además la excusa perfecta que necesitaba Margaret Thatcher para unir a los ingleses en medio de su propia crisis económica producto de sus políticas neoliberales y reafirmar su control sobre un sector estratégico del mundo. No era por medio de una guerra contra una potencia global la forma de recuperar esa parte de nuestro territorio sino mediante crecientes esfuerzos diplomáticos, demostrando lo injusto de todo colonialismo. Hoy Argentina cuenta con el apoyo de la ONU, la UNASUR, la CELAC y el Grupo de los 77 + China pero no cuenta lamentablemente con el apoyo de su propio gobierno en esta causa.

Así coloniza Inglaterra la economía Argentina

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